Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! (Stg. 3:5).
UN DÍA CALUROSO DE AGOSTO en las Colinas Negras de Dakota del Sur, una mujer de mediana edad se detuvo al costado del camino para encender un cigarrillo. Después de arrojar al suelo el fósforo todavía encendido, vio cómo prendía fuego un matorral que estaba cerca. Instintivamente, escapó a toda velocidad. Cuando se pudo contener el fuego originado —ahora conocido entre los residentes y ecologistas de la zona como el incendio de Jasper— había quemado casi treinta y cinco mil hectáreas de bosque y destruido árboles cultivados para madera en un valor de cuarenta millones de dólares. Finalmente, ella fue acusada de cargos estatales y federales y sentenciada a más de treinta años de prisión.
Es fácil escuchar esta historia y pensar: ¿Cómo se atreve alguien a arrojar un fósforo encendido a un bosque árido? Sin embargo, ¿cuántas veces arrojamos nuestras palabras con la misma negligencia? Igual que esta fumadora irresponsable, podríamos marcharnos después de decir cosas que hirieron profundamente a otros, sin molestarnos a mirar el enorme daño que hemos causado.
Demasiadas veces hablo sin pensar, especialmente cuando estoy bajo presión o quizás cuando estoy relajada, en compañía de familiares, amigos cercanos o colegas. No pienso en cómo tomarán mis palabras, aunque no tenga intención de herir a otros. Puedo decir palabras irreflexivas e impacientes que lastiman en vez de sanar, palabras que destruyen en vez de edificar.
Sin embargo, aunque nuestras palabras pueden provocar un gran daño y dejar atrás un bosque chamuscado que debe ser restaurado, las Escrituras dicen que “la lengua apacible es árbol de vida” (Pr. 15:4), el comienzo de algo fuerte y duradero.
Que nuestras palabras estén bajo el control de su Espíritu, y fluyan llenas de gracia, bendición y esperanza para aquellos que nos rodean.
Pídele hoy a Dios que guarde tu corazón y tu lengua, y te de conciencia del efecto de tus palabras en aquellos que te rodean.
*Nancy Leigh DeMoss es una autora y predicadora cristiana estadounidense. A la vez es anfitriona de los programas de radio Revive Our Hearts («Aviva Nuestros Corazones«)